sábado, 19 de marzo de 2011

Poesías María Rosa Torres de Wiurnos

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ESA MIRADA

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Asoleadas gaviotas

lo miraron en vuelo.

Lobo de mar desconocido.

Mirada circular

que afila las sombras

deshojando luciérnagas.

Las pestañas apiladas

gotean dormideras,

escurren la bruma

para desovillar la noche.

Recordatorios enlodados

empujan las horas

en busca de luz,,

que haga brillar la mirada,

esa mirada ignota, azulada,

envejecida por la noche,

burbujeante como el mar.
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AZOGADO COMPAÑERO

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Despierta y duerme en su cama a la espera de algo que

reclama y desconoce.

El ropero virreynal lo acompaña en sueños ensamblando

secretos que atesora , como corcel que rechaza las dis-

tancias, murmullo incesante de un arroyo que fagocita el

polvo de minúsculos conflictos.

Desfilan las inconsultas morisquetas de sus nietos, fuga-

ces en cada mañana; los coqueteos de su hija menor, aco

modádose la chaqueta rasada que le confeccionara la tía

Adela para el casamiento de su hermana chichita, el sua

ve rodete que la Abuela Emi hacía y deshacía nerviosa,

la noche de graduación de su hijo militar.

¡A1 también el primer parto de la bisabuela Clara, que al

borotó a la familia entre pavas y palanganas, sábanas en-

roscadas, festejosas de un varón.

Hoy las ausencias traen pesadez de sueños…

Parece asomar la chistera del tartarabuelo Pedro que tem

blaba en su cabeza para salir a la plaza reclamando liber-

tad…cuentan que partió enfundado en su elegante traje de

circunstancias.

Cada tanto el cristal repite ruborizado los pasos de baile

en el tu tú de Rubí, que estremeció al Colón y asombró a

la familia… ( Son auras que deslizan suspiros perfumados)

Esta noche el ama de llaves ha olvidado cerrar las venta-

nas…Se agitan las cortinas de algodón bordado…

Suena un estruendo; una ráfaga zigzaguea en el cristal crujiente…

El anciano parpadea, sonríe, se estiran sus facciones….

Se ha llevado consigo las historias más dulces y los crue-

les momentos, con su amigo impasible..Ahora se acompa-

ñan en el suspiro final.

El aire derrumba, como naipes los cristales empañados de

alcanfor.

Las frías pupilas no cesan de beber imágenes. Fueron

cuasi mellizos en verdades centenerias…

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